Economia

IMPORTANCIA DE LA ECONOMIA

El hombre desde su origen se ha enfrentado al problema de satisfacer sus necesidades con recursos escasos, y así es como surge la Economía. Actualmente todos estamos inmersos en un mundo económico y es importante estar preparados para tomar decisiones bien fundamentadas.
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LA OFERTA Y LA DEMANDA

CONCEPTOS BÁSICOS

COMO SE CREA EL DINERO

COMERCIO EXTERIOR

RECURSOS ECONÓMICOS

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EL RENACIMIENTO

El descubrimiento y exploración de nuevos continentes, el auge del individualismo y la visión antropocéntrica del mundo, la aplicación de importantes inventos como la brújula y la imprenta, la afirmación de los estados nacionales y la difusión de unas formas artísticas inspiradas en el mundo grecolatino, definieron la configuración del Renacimiento, un brillante período de la cultura europea inmediatamente posterior a la edad media.

El Renacimiento fue un movimiento cultural de los siglos XV y XVI, iniciado en Italia y propagado por Europa, que por extensión acabó dando nombre a un período de la civilización occidental caracterizado por la vuelta a la antigüedad clásica como reacción contra la mentalidad teológica medieval.

Considerado en un principio por eruditos e historiadores como un resurgir de la cultura clásica tras un largo declive medieval, posteriormente el término ha ido adquiriendo también una serie de connotaciones políticas, económicas e incluso religiosas. Aunque, por lo general, se ha creído que fue completamente opuesto al Medioevo, algunas tendencias historiográficas tienden a ver el Renacimiento más como un proceso evolutivo que como un corte profundo, ya que diversas transformaciones propiamente renacentistas habían sido ya apuntadas a comienzos del siglo XII, entre ellas el retroceso de la influencia de la Iglesia Católica y del Sacro Imperio Romano germánico, la aparición de ciudades-estado, el desarrollo de las lenguas nacionales y el resquebrajamiento de las estructuras feudales.
Historiografía

Los propios artistas de los siglos XV y XVI, como Giorgio Vasari, ya empleaban el término Renacimiento para hacer referencia a la recuperación de las formas artísticas de la antigüedad tras la oscura época medieval. Los primeros pasos en la definición historiográfica, del período se dieron en el XVIII con el racionalismo al formularse la antítesis entre edad media (período que no se regía por la razón) y Renacimiento; además, algunos hombres de letras como el francés Voltaire o el británico Edward Gibbon comenzaron a considerar la caída de Constantinopla en 1453 como un hecho trascendental para occidente, ya que dicho acontecimiento permitió conocer en mayor profundidad la cultura grecolatina. Otro historiador británico, William Roscoe, en su libro The Life of Lorenzo de’ Medici (1976; La vida de Lorenzo de Medici) demostró por vez primera el papel primordial que había ejercido Florencia en el siglo XV.

En el siglo XIX se sistematizaron los estudios sobre el Renacimiento. Fue Jules Michelet en La Renaissance (1855) quien asentó el término para aludir a una época cultural e histórica. Coetáneo de Michelet fue el gran historiador Jacob Burckhardt, autor de Die Kultur der Renaissance in Italien (1860; La cultura del Renacimiento en Italia), donde consideró que el arte renacentista fue la más alta cota alcanzada por la Europa moderna, ya que logró un perfecto equilibrio entre realismo e idealismo. Posteriormente, el siglo XX vio la aparición de numerosos estudios sobre el arte del período como los de Erwin Panofsky, André Chastel y Rudolf Wittkower.

Política

Hacia el siglo XIV, la baja edad media se encontraba en pleno declive, y con ella parte del sistema feudal. El Sacro Imperio Romano germánico, que había luchado anteriormente contra el papado por el control de Italia y el logro de una Europa unida, se hallaba muy debilitado y fragmentado entre distintas familias nobiliarias rivales, sobre las que emergía la autoridad casi honorífica del emperador. La crisis afectaba también a la Iglesia Católica, que primero vio trasladada temporalmente su sede pontificia en 1309 a Aviñón, en el sur de Francia, y luego sufrió el llamado cisma de occidente, en el que el mundo cristiano se dividió entre los partidarios del Papa Urbano VI y los del antipapa Clemente VII.

La reorganización política se inició en Italia a fines del siglo XIII con su desvinculación del poder imperial y su fragmentación en diversas ciudades-estado que pasaron de un régimen comunal o municipal a otro señorial, ejercido por ciertas familias nobles (Gonzaga, Sforza, Medici). Más tarde, estas ciudades se convirtieron en el centro de los variados estados italianos de la época moderna (las repúblicas de Venecia y de Florencia, el ducado de Milán, el reino de Nápoles y los Estados Pontificios), que mantuvieron entre ellos constantes conflictos por lograr la hegemonía.

Esta fragmentación no persistió en otros territorios europeos donde, en cambio, se configuraron diversas monarquías nacionales y autoritarias: los Reyes Católicos en España (Fernándo e Isabel), Enrique VII en Inglaterra y Luis XI en Francia. Ello se debió, en primer lugar, a la consolidación de la autoridad del soberano frente al poder de la nobleza. Estos nuevos estados modernos se caracterizaron por la centralización, la organización administrativa, la creciente burocratización y la creación de un poderoso ejército. En la implantación de estos regímenes autoritarios tuvo gran importancia el cambio producido en la mentalidad política que, basándose en el derecho romano y la filosofía aristotélica, legitimaría la autoridad suprema del monarca y la existencia de un estado fuerte y organizado. La gran figura del pensamiento político fue el florentino Nicolás Maquiavelo, autor de Il príncipe (1513), donde expresaba las cualidades de todo buen gobernante.

Economía y sociedad

Aunque la base de la economía seguía siendo la agricultura cobraron un gran impulso la industria textil, la minería y, sobre todo, las actividades comerciales gracias al auge de las ciudades mediterráneas (Venecia, Marsella, Nápoles) y del norte de Europa (Amberes, Amsterdam, Hamburgo). La creciente importancia del sector comercial trajo consigo la formación de grandes riquezas familiares, como las de los Medici, los Strozzi o los Fugger, que permitieron a dichas familias su intervención directa en la política o su apoyo a las monarquías que atravesaban crisis económicas.

El descubrimiento de América supuso un hecho trascendental para la vida económica del Renacimiento, ya que se abrieron nuevos mercados, florecieron ciudades de la fachada atlántica, como Sevilla y Lisboa, y fluyeron los metales y las riquezas, que proporcionaron grandes beneficios a burgueses y banqueros y sirvieron a España para llevar a cabo una vasta política de intervención en gran parte de Europa y el Mediterráneo. Sin embargo, la excesiva afluencia de tesoros americanos al continente europeo favoreció una alarmante subida de los precios debido a la abundante moneda en circulación.

La desaparición de las grandes pestes medievales, el auge de la vida urbana y ciertas mejoras en la forma de vida ocasionaron un crecimiento demográfico evidente en casi toda la Europa occidental, marcado por una fuerte tasa de natalidad y un descenso de la mortalidad infantil. Las principales zonas de poblamiento eran el norte de Italia, los Países Bajos y el centro de Francia.

La estructura social estaba encabezada por la nobleza, que se había instalado en las grandes ciudades, en lujosos palacios o mansiones, seguida por la alta burguesía, enriquecida con el comercio y los negocios financieros. El estrato inferior lo ocupaban los campesinos, que vivieron una situación bastante desfavorable y recurrieron a menudo a las revueltas, creando un clima de inestabilidad social.

El humanismo

El espíritu renacentista se expresó tempranamente a través del humanismo, movimiento intelectual que se inició y alcanzó su apogeo primeramente en Italia, protagonizado por Gianozzo Manetti, Marsilio Ficino y Lorenzo Valla entre otros. Los humanistas quisieron dar respuesta a los interrogantes del momento y para ello recurrieron tanto al cristianismo como a la filosofía grecolatina, creando así un sistema intelectual caracterizado por la supremacía del hombre sobre la naturaleza y el rechazo de las estructuras mentales impuestas por la religión medieval. La intención del humanismo era desarrollar en el hombre el espíritu crítico y la plena confianza en sus propias posibilidades, rasgos que le habían sido vetados durante la época medieval.

De Italia, el humanismo se difundió hacia el norte extendiéndose por casi toda Europa gracias a la invención de la imprenta, que facilitó la divulgación de los textos clásicos y las nuevas ideas con gran rapidez. El más destacado humanista del norte de Europa fue Erasmo de Rotterdam, autor de Encomium moriae (1509; El elogio de la locura), alegato en defensa de la tolerancia y la libertad de pensamiento que resumía la esencia moral del humanismo. Entre los humanistas españoles sobresalió Juan Luis Vives.

Reforma y contrarreforma

El esplendor intelectual conseguido por los humanistas contribuyó a la aparición de la Reforma, movimiento de rebelión contra la Iglesia Católica que convulsionó el centro de Europa durante el siglo XVI. Sería el alemán Martín Lutero, al colocar en 1517 en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg sus famosas 95 tesis, en las que atacaba entre otros problemas la venta papal de indulgencias, el detonante de la ruptura de la unidad religiosa europea.

La actitud de Lutero no fue un hecho aislado ni circunstancial, sino que respondía a una época de crisis. La Reforma coincidió con un profundo descontento económico, el desprestigio de la jerarquía eclesiástica, la propagación de corrientes místicas, los continuos enfrentamientos bélicos y una desorientación espiritual generalizada. Era evidente, sobre todo entre el clero germánico, la necesidad de una reforma que devolviera a la iglesia la esencia del cristianismo.

El luteranismo, que rechazaba la autoridad del Papa, la mayoría de los sacramentos y el culto a la Virgen, y que defendía la libre interpretación de la Biblia y la prioridad de la fe sobre los actos como medio de salvación, no tardó en propagarse por todo el norte y centro de Europa, sobre todo entre la nobleza.

La reacción católica tuvo su primer protagonista en el emperador Carlos V (I de España), obsesionado por luchar contra los protestantes y conseguir la unidad religiosa. Pese a la victoria imperial en la batalla de Mühlberg en 1547, al final tuvo que firmarse la paz de Augsburgo en 1555, que confirmó la ruptura entre católicos y protestantes. La Iglesia Católica intentó además combatir a la Reforma mediante la llamada contrarreforma, movimiento de reacción que se apoyó en el Concilio de Trento (1545-1563) y en la Compañía de Jesús. El concilio reafirmó los dogmas católicos atacados por Lutero, fortaleció las jerarquías eclesiásticas y estimuló la enseñanza de la religión. Por su parte, la Compañía de Jesús, orden religiosa fundada en 1534 por el español Ignacio de Loyola, se propuso difundir, bajo las órdenes del Papa, la doctrina católica por toda Europa y el mundo; para ello, los jesuitas realizaron una amplia labor educativa, creando multitud de escuelas y universidades.

La era de los grandes inventos y descubrimientos geográficos

El afán de conocimiento y el espíritu científico del hombre renacentista, cuyo mejor prototipo fue Leonardo da Vinci, provocaron una verdadera revolución. Se difundieron y perfeccionaron inventos orientales como la pólvora, que transformó la estrategia militar, y la brújula, que permitió los grandes descubrimientos geográficos. Quizá el hecho más sobresaliente fue la invención de la imprenta, atribuida al alemán Johannes Gutenberg, que perfeccionó los sistemas medievales de impresión al crear los tipos o caracteres metálicos móviles.

El desarrollo de la cartografía, los avances en la navegación, el conocimiento de la brújula, la desaparición de las rutas comerciales caravaneras hacia el oriente por la presencia de los turcos otomanos y el espíritu dinámico y curioso del hombre moderno fueron factores que se conjugaron para hacer posibles los grandes descubrimientos geográficos de los siglos XV y XVI, en los que intervinieron sobre todo españoles y portugueses.

Las exploraciones portuguesas, impulsadas por Enrique el Navegante, estuvieron protagonizadas por Batolomeu Días, que llegó hasta el cabo de las Tormentas (posterior cabo de Buena Esperanza), en el sur de Africa; Vasco da Gama, que alcanzó las costas de la India; y Pedro Alvarez Cabral, que en el año 1500 arribó a Brasil.

Por su parte, los españoles se volcaron más hacia el Atlántico intentando llegar a las Indias por el oeste convencidos de la esfericidad de la Tierra. El pionero de estas exploraciones fue Cristóbal Colón, quien realizó cuatro viajes a las tierras que él creía la India y que resultaron ser todo un nuevo continente. El 12 de octubre de 1492, día en que la primera expedición de Colón tocó tierra, es considerado como la fecha del descubrimiento de América. Desde entonces y durante todo el siglo XVI, los españoles, seguidos de franceses, británicos y portugueses, se lanzaron al descubrimiento de las nuevas tierras: Hernán Cortés conquistó el imperio azteca, Vasco Núñez de Balboa llegó hasta el mar del Sur (posterior océano Pacífico), Francisco Pizarro dominó al imperio inca, Alvar Núñez Cabeza de Vaca recorrió el sur de lo que luego serían los Estados Unidos, y Juan Sebastián Elcano logró finalizar la primera circunnavegación de la Tierra, iniciada por Fernando de Magallanes.

Arte

El espíritu renacentista alcanzó su máxima expresión en las artes plásticas. Se trataba de un arte basado en la observación del mundo visible y en una serie de principios matemáticos y racionales, como equilibrio, armonía y perspectiva. Poco a poco se fueron sustituyendo las formas expresivas góticas por otras nuevas acordes a los modelos de la antigüedad clásica. En manos de hombres como Leonardo da Vinci, el arte no fue sólo una forma de plasmar la belleza, sino también una faceta del conocimiento, un medio para explorar la naturaleza y dejar constancia de los descubrimientos.

El origen del arte renacentista estuvo en Italia y se vio precedido por una fase protorrenacentista, el Trecento, desde fines del siglo XIII hasta fines del siglo XIV, animada por el espíritu cultural franciscano. El ejemplo de san Francisco impulsó a diversos poetas y artistas italianos a valorar la naturaleza. Las obras del más destacado pintor trecentista, Giotto, revelan un nuevo estilo pictórico preocupado más por el espacio, los volúmenes y la penetración psicológica de los personajes que por las líneas decorativas y las composiciones hieráticas de sus predecesores como Cimabue, Duccio di Buoninsegna y Simone Martini.

Italia

El arte renacentista comenzó a manifestarse plenamente en el Quattrocento (siglo XV) en Florencia. La situación económica, social y cultural de esta ciudad era favorable al esplendor artístico. El orgullo de los florentinos se expresó en seguida en las estatuas de los santos patronos para los nichos de Or San Michele encargados por los gremios a varios artistas, entre ellos Donatello y Lorenzo Ghiberti, así como en la mayor cúpula construida desde la antigüedad y levantada por Filippo Brunelleschi en la catedral. En 1401 se convocó además en esta ciudad un concurso para realizar las puertas en bronce del baptisterio de San Giovanni, en el que resultó vencedor Ghiberti. El costo de estas obras escultóricas y arquitectónicas y la decoración de los palacios, iglesias y monasterios corrió a cargo de ricas familias de comerciantes y dignatarios, entre las que sobresalió la de los Medici.

El iniciador de la pintura renacentista fue Masaccio. La monumentalidad de sus composiciones y el alto grado naturalista de sus obras hacen de él una figura esencial de la pintura del siglo XV, como puede apreciarse en los frescos de la capilla Brancacci.

Coetáneos de Masaccio fueron fra Angélico, pintor idealista de escenas religiosas, y Paolo Uccello, preocupado por los escorzos (figuras en posturas oblicuas al plano de la obra artística) y las perspectivas. A la segunda mitad del XV pertenecieron Piero della Francesca, cumbre de la tendencia pictórica racionalista e investigadora, que se sintió atraído por el valor de la luz como elemento expresivo, y Sandro Botticelli, con quien triunfó un estilo sinuoso y refinado.

El alto Renacimiento o Cinquecento floreció entre 1490 y 1527, año en que Roma, que había sustituido a Florencia como centro artístico, fue saqueada por las tropas imperiales de Carlos V, y contó con tres figuras de primera magnitud: Leonardo da Vinci, Miguel Angel y Rafael. Cada uno de ellos personificó un aspecto peculiar de este período: Leonardo fue el arquetipo del hombre renacentista, un genio solitario que abarcó múltiples facetas del conocimiento; Miguel Angel encarnó el poder creador y concibió varios proyectos inspirándose en el cuerpo humano como vehículo esencial para la expresión de emociones y sentimientos; y Rafael ejemplificó el espíritu clásico de la armonía, la belleza y la serenidad.

Aunque Leonardo fue reconocido en su propia época como un gran artista, autor de «La Gioconda» (o «Mona Lisa») y «La última cena», su constante interés por conocer la anatomía humana, el mecanismo del vuelo de las aves y la estructura interna de animales y plantas no le permitió producir una extensa obra pictórica. Los primeros ejemplos escultóricos de Miguel Angel, como el «David», revelan una gran habilidad técnica que le facilitaría posteriormente el curvar sus figuras helicoidalmente, explotando las posibilidades expresivas de la anatomía humana. Pese a iniciarse como escultor, su obra más conocida es, sin embargo, el gigantesco fresco de la bóveda de la capilla Sixtina, en el que combinó la teología cristiana con la filosofía neoplatónica. Por su parte, Rafael, influido en su juventud por Leonardo y Miguel Angel, se distinguió en su preferencia por la armonía y la claridad clásicas, rasgos apreciables en una de sus obras más célebres, «La escuela de Atenas», en el Vaticano, fresco en el que representó juntos en tranquila conversación a diversos filósofos, artistas y hombres de ciencia, tanto de la antigüedad como coetáneos de él, dispuestos en un colosal escenario de recuerdos grecolatinos.

El creador del Cinquecento arquitectónico fue Donato Bramante, que llegó a Roma en 1499. Su primera obra maestra fue el templete de San Pietro in Montorio, de planta centralizada, similar a los templos circulares clásicos. El papa Julio II eligió a Bramante para edificar la nueva basílica de San Pedro, de gigantescas proporciones, que debía sustituir a la iglesia paleocristiana del siglo IV. El proyecto no fue completado hasta mucho después de la muerte de Bramante y en él intervinieron artistas como Rafael y Miguel Angel, que diseñó la enorme cúpula.

En Venecia, donde Antonello da Messina había introducido el óleo, técnica propia del norte de Europa durante el siglo XV, se sucedieron una serie de brillantes pintores -Giorgione,Tiziano, Tintoretto, Veronés, con quienes llegó a su máximo esplendor la escuela veneciana, caracterizada por el colorido, la luz vaporosa, la sensualidad y los temas paganos.

La difusión del arte renacentista

Fuera de Italia se extendieron con cierta rapidez las novedades estéticas italianas gracias al viaje de los artistas a Italia y a la difusión proporcionada por la invención de la imprenta. Si bien en la arquitectura tardaron un poco en imponerse los criterios renacentistas por la permanencia de los gustos góticos, en escultura y sobre todo en pintura llegaron a sobresalir los insignes artistas. En el norte de Europa, donde se había conocido el esplendor de la escuela gótica flamenca, minuciosa y de ricos cromatismos gracias al empleo del óleo, destacaron el grabador y pintor alemán Alberto Durero, que fusionó las estéticas gótica y renacentista con gran habilidad, y el flamenco Pieter Brueghel el Viejo, interesado en reproducir escenas de la vida cotidiana no exentas de ironía. En España, el arte del Renacimiento fue mucho más religioso que en el resto de Europa, fruto del espíritu de la contrarreforma, y alcanzó su mayor brillantez con la austera arquitectura de El Escorial, obra de Juan de Herrera, y con el Greco, cuyos cuadros se caracterizaron por unas figuras alargadas de marcada espiritualidad, una técnica suelta y una gama de colores y brillos de origen veneciano.

Literatura

Al igual que las artes plásticas, la literatura italiana vivió una época protorrenacentista personificada por Dante Alighieri, coetáneo de Giotto, cuya obra más representativa, la Divina comedia, pertenecía a la edad media por su construcción y sus ideas, mientras que su espíritu subjetivo y poderosa expresividad la acercaban al Renacimiento. Petrarca y Bocaccio también pertenecieron a los antecedentes de la literatura renacentista por sus estudios de la lengua latina y sus escritos en lengua vernácula.

El alto Renacimiento estuvo representado en Europa por insignes individualidades como el francés François Rabelais, el portugués Luis de Camões, el italiano Ludovico Ariosto y el británico Christopher Marlowe.

Música

También la música alcanzó un enorme desarrollo en el Renacimiento, época en la que triunfó la música vocal polifónica (conjunto de varias voces e instrumentos formando un todo armonioso) y profana, ejemplificada en el madrigal. La coral Sixtina del Vaticano, que intervenía en los servicios religiosos cuando oficiaba el papa, atrajo a músicos e intérpretes vocales de toda Italia e incluso del norte de Europa. Entre sus miembros sobresalieron los compositores Josquin des Prés y Giovanni Pierluigi da Palestrina, maestro de la polifonía religiosa.

LA ECONOMIA EN LA EDAD MEDIA

Estructura socio-económica

Las relaciones personales se basan en dos figuras típicas:

1. Las relaciones feudo-vasallaticas entre individuos, que tiene que ver más con el mundo de la agricultura. En el campo predomina la agricultura de subsistencia. El producto se obtenía en pequeña escala, utilizando técnicas agrícolas relativamente primitivas. El objetivo del feudo era la autosuficiencia.

2. Las relaciones gremiales. En las ciudades los gremios (agrupaciones de artesanos) potencian la economía local e impiden la expansión de la producción y el mercado: las actividades comerciales entre regiones o países estaban severamente limitadas, poco desarrollo tecnológico, escasez de capital, no hay facilidades para la movilidad de los individuos.

En suma, el marco económico y social del feudo era análogo en muchos aspectos al de la polis o ciudad estado griega. El principio de organización en ambos era el rango y no el contrato.
Todo ello se reduce en que estamos en una situación de Economía de pre-mercado. Para dar el paso hacia una economía de mercado era necesaria la aparición de relaciones impersonales, libre movilidad, expansión económica…

Enfoque ético

Autoridad intelectual. La Iglesia recoge el saber clásico personalizado en Aristóteles, pero luego lo llevan a su moral religiosa (punto de vista escolástico).
Bases de la actividad económica
1. La justicia debe de presidir toda la actividad económica:
 En los procesos de intercambio: justicia conmutativa (intercambio de equivalentes), y
 en los de distribución: justicia distributiva –distribución de la renta- (mérito).
2. La doctrina del precio justo.
3. La dignificación del trabajo. Frente a los griegos, el enfoque cristiano dignifica el trabajo.

El trabajo es considerado como la principal fuente de riqueza. El trabajo justifica los ingresos y la propiedad.

Organización social

La sociedad, muy jerarquizada, se organiza sobre la comunidad no sobre el individuo (los individuos solo son iguales ante Dios), de acuerdo a un plan divino. Sobre la base de estos principios se comprende la desigualdad social en capacidad, riqueza y libertad. La sociedad se estructura en estratos sociales (como una pirámide) dentro de un marco de desigualdad, concibiendo a la comunidad como un cuerpo con varias partes, cada una con su función, pero que han de funcionar como un cuerpo único, como un solo organismo (cada una de las partes de las que se compone ha de cumplir con su función pero en única unidad).

Teorías del interés y la usura

Todo esto lleva, en el estudio del pensamiento económico a buscar el precio justo (de los bienes) -la doctrina del precio justo- dentro de esta ética. Ello se observa con claridad cuando se estudia la teoría del interés y la usura. Para el pensamiento medieval usura suponía el cobro, al hacer un préstamo, de cualquier tipo de interés, lo que provocaba su rechazo, considerándolo éticamente reprobable porque el interés no modifica la naturaleza de las cosas (el dinero es estéril: no crea nada) y no procede del trabajo.

Para esta ética el interés es equiparable al beneficio. El beneficio encuentra su justificación en la actividad comercial como fruto del trabajo de transporte o almacenamiento de los bienes. El beneficio solamente es legitimo si procede del trabajo.

Este pensamiento fue poco a poco evolucionando hasta llegar al siguiente razonamiento: el interés solo encuentra justificación en las siguientes razones:

 como sanción por retraso
 sanción por daño
 como indemnización por el lucro cesante (coste de oportunidad): el dueño no dispone del bien en un determinado tiempo). Esta justificación del interés como indemnización fue primeramente rechazada, pero finalmente terminó siendo aceptada.

Teoría del valor-trabajo

¿Cuánto vale una cosa respecto a otra, explicar el precio relativo, el valor de las cosas?
Podríamos definir conceptualmente la teoría del valor diciendo que es la determinación del precio relativo de un bien.
Para determinar el valor de un bien habremos de tener en cuenta que el valor de las cosas depende de dos variables:

 La utilidad del bien (más la escasez) determina la demanda
 El coste (Oferta)

Los bienes que cuestan mucho es debido a la escasez y los bienes que cuestan poco es que hay mucha oferta. Históricamente, la utilidad y el coste, iban separados: unos decían que era solo el coste el que determinaba el valor y otros decían que era su utilidad solamente. Con Marshall se llegará a la conclusión de que es la suma de los dos lo que influye en el precio de las cosas.
La Teoría del valor-trabajo, orientándose hacia el lado de la oferta, explica el precio (valor) de los bienes en función de la cantidad de trabajo utilizada en su producción.

La posición de los pensadores medievales

 Ejemplos de las dos corrientes:
 coste (San Alberto Magno) si el precio de mercado no cubre los costes de producción ésta con el tiempo cesara
 demanda (Santo Tomás de Aquino) introduce la necesidad en la formula del precio: el precio variaba con la necesidad.
 No usan el trabajo como medida del valor.
 El trabajo es el instrumento para legitimar la actividad económica y los ingresos, incluidos los beneficios e intereses.
 No hay una teoría del salario:
 No hay un grupo suficiente amplio de asalariados
 No se preguntan cómo se forma el salario, sino cuál debe ser para ser justo.

Pobreza y caridad

La pobreza es un problema ético que hay que corregir, empezando por la caridad. El planteamiento doctrinal desde el punto de vista económico es que la caridad es perjudicial porque cualquier tipo de medida de caridad impide que los individuos asuman sus responsabilidades y provoca la ociosidad, con lo que, finalmente, lo que ocurre es que se acentúa e incrementa la pobreza:

Posición tradicional (siglo XIX)

 Rechazo de la caridad, se considera perjudicial:
 Favorece comportamientos antisociales
 Consolida y ahonda la pobreza: el individuo no trabaja porque le garantizan el sustento.
 Apoyo teórico. Ley de Say (de ella dedujo la imposibilidad de crisis de sobreproducción y la creencia de un desarrollo armónico del capitalismo, si se deja actuar libremente a las leyes naturales que gobiernan la vida económica. Siempre hay equilibrio económico, por lo tanto no hay desempleo; así todos pueden trabajar-) y teoría malthusiana de la población: si la gente pobre vive de la caridad, aumenta la natalidad, lo que desemboca en hambre, pobreza, enfermedades y muerte.
 Critica de las Leyes de Pobres

La pobreza en la Edad Media

La pobreza es esencialmente un problema moral. Objetivo: aliviar la pobreza. Lo que hay que hacer es eliminar este problema mediante la caridad que es moralmente positiva.
La pobreza no generaba una gran presión social: las relaciones feudales garantizaban el sustento de los vasallos y siervos, los vínculos a la tierra o a los gremios generan ingresos de subsistencia, por ello
La pobreza no es un problema de desempleo, sino que es fruto de desgracias personales (vejez, orfandad, enfermedad), antes que de causas económicas, que el individuo no controla y provocan desempleo involuntario

Cuando se rompe el modo de producción feudal (cercado de fincas, desplazamiento de mano de obra a la ciudad, etc.) empieza a tener más sentido la critica clásica a la caridad.

CONCEPTOS BÁSICOS

1. ¿Qué es la Economía?
Publicado por Eva Baena el 23 octubre 2009 · Dejar un comentario

El término “Economía” proviene del griego, en concreto, de la conjunción de dos voces “oikos” que significa casa (en el sentido de bienes, patrimonio) y “nomos” que significa administrar. En la actualidad, su significado mantiene en cierta forma el original, ya que la Economía es la ciencia que estudia el mejor modo de utilizar unos recursos que son escasos para satisfacer las necesidades de la sociedad.
Sin embargo, a pesar de que los fenómenos económicos son tan antiguos como el hombre, la Economía como ciencia es relativamente joven. Se considera que nació con la obra del economista escocés Adam Smith (1723-1790), La riqueza de las naciones, publicada por primera vez en 1776, donde sistematizó el conjunto de conocimientos que integraban hasta ese momento la Economía.

A. CARACTERÍSTICAS DE LA ECONOMÍA COMO CIENCIA

La Economía como ciencia presenta las siguientes características:

■Es una ciencia. La Economía reúne las características que permiten calificarla como una materia científica, puesto que tiene un objeto propio, que son fenómenos económicos, un método (inductivo- deductivo) y un conjunto de teorías económicas capaces de explicar estos fenómenos.
■Es una ciencia empírica. La ciencia empírica es aquella que se puede contrastar en la realidad. Los conocimientos y previsiones propios de la Economía son susceptibles de apreciación en la realidad.
■Es una ciencia social. Se ocupa de los fenómenos de la vida humana en sociedad. Más concretamente, se refiere a las cuestiones económicas relacionadas con la vida del ser humano.
■No es una ciencia exacta, porque las acciones y reacciones humanas no son matemáticamente previsibles. Se puede demostrar que sus conclusiones no son siempre exactas, sino que muchas veces manifiestan nuevas tendencias de conducta.
B. LA RELACIÓN DE LA ECONOMÍA CON OTRAS CIENCIAS

A continuación vamos a analizar las principales relaciones y aportaciones recíprocas de la Economía con otras ciencias sociales.

■Antropología, Sociología y Psicología, estudian la conducta humana en una sociedad. La Economía se ocupa de las necesidades humanas y la actividad económica que puede satisfacerlas. Por ejemplo, la Sociología estudia toda la realidad social mientras que la Economía sólo estudia aquella parte de la realidad social relacionada con los fenómenos económicos. Un ejemplo más concreto podría ser un estudio sobre el desarrollo económico de la India. Mientras que un economista ingenuo podría ver en los grandes rebaños de vacas que andan por el campo una fuente importante de proteínas con que completar una dieta ya de por sí insuficiente, un estudio más informado tendrá en cuenta la psicología de la costumbre, ya que las vacas son animales sagrados en aquel país.
■Geografía humana. Es aquella parte de las Ciencias Sociales que se ocupa del análisis de las relaciones existentes entre el comportamiento humano y social de los pueblos y el medio físico y climático donde desarrollan sus vidas. Por tanto, el punto de unión recíproca consistirá en localizar donde se desarrolla la actividad económica. A través de la geografía la ciencia económica analiza las condiciones naturales para la obtención de los inputs o materias primas necesarias para la obtención de los outputs o productos finales.
■Demografía. Existe una relación estrecha entre los problemas demográficos y la Economía, ya que éstos afectan directamente a la mano de obra, en cuanto a la cantidad y a la calidad de la misma, como el factor de producción elemental en el desarrollo productivo. Aunque en este caso la relación es del todo recíproca, ya que los factores económicos también influyen directamente en los factores demográficos, tasa de natalidad, de mortalidad, esperanza de vida y demás aspectos que provocan cambios en la pirámide de población.
■Historia. Cuenta y analiza los hechos acontecidos. La Economía debe ayudar a explicar los fenómenos económicos pasados pero, a su vez, los fenómenos económicos no se pueden entender si no se enmarcan en un contexto histórico determinado.
■Filosofía. La Economía como ciencia se basa en el razonamiento lógico establecido por la Filosofía.
■Derecho que regula jurídicamente muchos actos económicos.
Además de relacionarse con otras Ciencias Sociales, la Economía se relaciona con otras Ciencias como:

■Tecnología, ya que los avances tecnológicos no se pueden olvidar a la hora de las planificaciones a medio y largo plazo. La Economía estudia su coste y su rendimiento.
■Estadística. De la información estadística ofrecida por organismos privados y públicos se obtienen datos muy valiosos para los estudios económicos. Es una ciencia auxiliar de la Economía.
■Matemáticas, permiten formalizar los problemas económicos que nos permiten llegar a conclusiones con exactitud.

Viñeta crítica con la situación económica actual
C. RAMAS DE ESTUDIO DE LA CIENCIA ECONÓMICA

La ciencia económica puede dividirse en dos grandes ramas para su estudio: la Economía positiva y la Economía normativa.

Economía positiva

Estudia lo que es, ha sido o podría ser, es decir, analiza de manera objetiva los fenómenos económicos tal como han sucedido o pueden suceder. Si, por ejemplo, decimos que “un salario mínimo por encima del salario de equilibrio ocasionará un aumento del desempleo”, o que “la bajada de impuestos hará que incremente el consumo”, estamos realizando proposiciones económicas positivas, que se pueden contrastar con la realidad para comprobar si se cumplen o no. Estos enunciados carecen de juicios de valor, únicamente predicen lo que va a ocurrir en el caso de que se apliquen dichas medidas.

A su vez, la Economía positiva se subdivide en:

Teoría económica. Estudia los hechos con un elevado grado de abstracción y generalidad. Dentro de ella, se distinguen dos grandes áreas de conocimiento:

■Microeconomía. Se ocupa del estudio del comportamiento de los agentes económicos individuales, es decir, de las familias como unidades de consumo y de las empresas como unidades de producción, así como sus interrelaciones. Por ello, cuando hablamos del nivel de producción de una empresa determinada o del precio de los tomates, estamos haciendo planteamientos típicamente microeconómicos.
■Macroeconomía. Estudia el funcionamiento de la economía en todo su conjunto. Analiza el comportamiento global de una economía reflejado en un número reducido de variables que son obtenidas a partir de la suma de las actuaciones de los agentes individuales. El Producto Interior Bruto (PIB), por ejemplo, es una magnitud que mide la producción de bienes y servicios de un país durante un período de tiempo determinado.
Economía aplicada. Estudia los hechos con menor grado de abstracción y mayor detalle. Engloba la estructura económica, que describe la realidad presente, y la historia económica, que se encarga del estudio de la realidad pasada.

Economía normativa

Estudia lo que debería ser, es decir, valora las situaciones y recomienda actuaciones para intentar mejorar la realidad. Las proposiciones normativas tienen un carácter subjetivo, ya que están impregnadas de los juicios de valor de quien las formula. Por ejemplo, si decimos que “habría que incrementar el salario mínimo un 10%” o que “habría que bajar los impuestos”, estamos realizando proposiciones económicas de tipo normativo, en las que cobra especial importancia el punto de vista personal de quien las realiza.

Su máximo exponente es la política económica, que es la forma concreta en que el Estado interviene en la actividad económica para lograr determinados objetivos: eficiencia económica, equidad, alto nivel de empleo, estabilidad de precios, etc., haciendo uso de los medios de los que dispone: política fiscal, política monetaria, política de rentas, etc

PROGRAMA DEL CURSO

I. UN PRIMER ACERCAMIENTO
II. PENSAMIENTO ECONÓMICO PRECLÁSICO
III.ESCUELAS DE ECONOMÍA EN LOS SIGLOS XVIII A XX
IV.MICROECONOMÍA
V. MACROECONOMÍA